Desde las
primeras civilizaciones y en las distintas culturas que existieron, en Sumeria,
Babilonia, Egipto, Persia y Asiría, tenemos constancia de su cocina, sobre todo
la de sus reyes o faraones. Hace más de 5000 años los banquetes del rey
Zimri-Lin eran famosos por su abundancia y variedad, los manjares eran
preparados con gran refinamiento, conocían ya muchos métodos de cocción, cocían
al vapor, al horno, cocían a la brasa, hervían y hacían guisados con salsas
condimentadas. La preparación de estos banquetes exigía la presencia de
personal especializado, los cocineros se llamaban nuhatimmun y son los primeros datos que tenemos sobre los
primeros cocineros profesionales de la historia. En Egipto existían muchos
oficios relacionados con la alimentación, en los templos y palacios había
personal especializado, encargados de cocer las cocas, otros de cocer los
pasteles, otros para los panes y muchos cocineros, también había catadores de
vinos, de cervezas y el bodeguero, todo ello era controlado por la figura de un
director que vigilaba que todo funcionara a la perfección y que cerraba con
llave la despensa. En la antigua Grecia el arte culinario tiene siete cocineros
legendarios, ellos fueron los que enseñaron su arte a todos los demás, cada uno
tenía su especialidad:
. Egis, de Rodes:
enseño a cocer el pescado.
. Nereo, de Chios: inventó la sopa de congrio.
. Chariades, de Atenas: dominaba todas las
técnicas culinarias
. Lampria: inventó la
salsa negra hecha a base de sangre.
. Apctonete: inventó los embutidos
. Euthyno: enseño a cocinar las lentejas
. Ariston:
inventó la cocina al vapor y muchos guisados
Vatel (1622-1671)El famoso cocinero francés Vatel y su amo, el célebre príncipe de Conde,
son un excelente ejemplo. Vatel es uno de los grandes cocineros de los que se
tienen menos datos; ni una sola de las recetas que preparó ha pasado a la
posteridad.
Algunos dicen
que era suizo de nacimiento, siendo su nombre de bautismo «Fritz Karl» Watel,
pero sea cual fuere lo que sí es cierto es que sirvió al príncipe de Conde,
probablemente como cocinero mayor de su corte.
«Monsieur le
prince» era una caballero extraordinariamente excéntrico hasta el punto en que,
cuando Louis XIV aceptó una invitación suya para visitar sus propiedades en
Chantilly, estuvo dispuesto a arruinarse económicamente con el único fin de
impresionar al «Roí Soleil». Todo lo que al Rey Sol se le antojara en materia
de vinos, mujeres y comida debía conseguirse como fuera y Louis tenía para
todas estas cosas un apetito prodigioso. Vatel recibió instrucciones de no
escatimar ni gastos ni esfuerzos en alimentar al glotón del Rey y en conseguirlo
llegó al borde de la crisis nerviosa.
Todos los
manjares disponibles fueron servidos al Rey. En el campo los refrescos se
servían en lugares tapizados de junquillos. Pero, en un momento dado, Vatel,
que no había dormido en doce días, no consiguió servir rustido a unas pocas
mesas del séquito del Rey durante una de las suntuosas fiestas. Esto enfureció
enormemente al príncipe e hizo que Vatel redoblara sus esfuerzos por
complacerle aun estando al borde del colapso nervioso. Finalmente el desastre
llegó cuando Vatel encargó pescado fresco para el Rey en los puestos pesqueros
más cercanos.
Vatel se
levantó a las cuatro de la madrugada para ir a inspeccionar la calidad del
pescado que iba a ir llegando y se encontró con que solamente se habían
entregado dos cestos para alimentar a todo el séquito del Rey; no había ni para
empezar «¿Esto es todo lo que hay?», preguntó al pescadero; a lo que éste
respondió que ya no llegaría nada más refiriéndose a que no llegaría nada más
de su pueblo.
Desgraciada
mente Vatel no lo entendió así. «No pudo sobrevivir a esta desgracia», le dijo
a su ayudante y se retiró a su habitación, allí fijó su espada en la puerta y
se lanzó sobre ella, y nunca más tuvo que soportar a su irritante amo.
Irónicamente, diez cargas más de pescado llegaron de otros puertos un cuarto de
hora después de la muerte de Vatel.
Aunque al día
siguiente se comentó en la mesa la plena dedicación del jefe de cocina, las
fiestas y banquetes continuaron como si nada hubiera ocurrido En cuanto al
príncipe de Conde su extravagancia fue aumentando de año en año. Hacia el fin
de su vida, anunció un día que él estaba muerto y que dado que los muertos no
comen, él tampoco iba a comer.
Los médicos le
engañaron explicándole que de hecho, los muertos sí comen, y desde este día
hasta el de su muerte de verdad «Monsieur le Prince» no quiso comer sino era en
presencia de cadáveres que los médicos le proporcionaban.
Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826)
Anthelme
Brillat-Savarinn autor de estos aforismos sobre la «cuisine» y de otros
muchos muy conocidos, ha sido, con toda probabilidad el más grande de los
gastrónomos, excepción hecha del romano Apicius cuya verdadera identidad
aún no ha sido bien establecida todavía.
Brillat-Savarin
nunca pudo disfrutar en vida de una gran fama, pero disfrutó tanto de la vida
que no necesitó realmente la fama.
Anfitrión
bondadoso, invitado afable y compañero agudo, consideraba la buena comida y los
buenos vinos una de las cosas más importantes de la vida. Una vez que alguien
le preguntó qué vino prefería, si el borgoña o el clarete, respondió:«¡Ah!,
Señora mía, esta es una cuestión cuya investigación me produce tanto placer que
voy posponiendo de día en día el pronunciamiento de un veredicto.»
A fama le llegó
con la publicación en 1825 de su libro La Physiologie du Gout (La
fisiología del gusto), obra que desafía toda clasificación pero pertenece a
este puñado de libros que nunca pasan de moda. Brillat-Savarin murió al año
siguiente de la publicación del libro a la edad de 71 años, no sin haber dado antes
al mundo la más pujante discusión que jamás se haya escrito sobre la comida y
sus cintos en las personas de buen comer, obra maestra cuya realización Ir
llevó treinta años.
El más grande
de los «bon vivants» franceses comió como era natural en la ciudad de
Belley —«Belley es su nombre y Belley es su naturaleza», escribió casi
un siglo más tarde Michael Stein. Nombrado alcalde de Belley después de la
Revolución Francesa, tuvo que huir a América durante el Reino del Terror.
En América
vivió en Connecticut durante varios años y más tarde escribió sobre su
estancia en este país algunos de sus más inspirados textos.
Gordo y
gregario, el sabio de Belley permaneció soltero toda la vida, quizás porque le
gustaban demasiado la comida y las mujeres para casarse y posiblemente por
estar enamorado de su prima, la bella y mundana Madame Récamier.
A su regreso a
Francia, se convirtió en una figura familiar en los cafés de París, acompañado
de su pequeño perro siempre a su lado esperando pacientemente alguna golosina
de su amo. Muchos le ridiculizaban, pero siempre estaba presente en todos los
banquetes más importantes. Se explica que fue invitado del vizconde Francois
Rene de Chateaubriand en aquella memorable cena en la que se inventó el
suculento filete de Chateaubriand en honor del novelista.
Brillat-Savarin,
que era abogado, y que escribió sobre política económica y leyes, e incluso se
atrevió con algunos cuentos licenciosos, descendía de una larga dinastía de
gastrónomos. Su verdadero nombre era Brillat solamente pero se añadió el guión
y el Savarin porque su tía abuela, que también era persona de buen comer, le
dejó toda su fortuna a condición de que añadiera su apellido al suyo.
La hermana de
Brillat-Savarin, Pierrette también gustaba de la buena comida y de hecho
murió en la mesa, cuando tenía casi cien años. Sus últimas palabras pueden
contarse entre las más insólitas de la historia: «Y ahora, ¡que me traigan el
postre!»
Aunque
Brillat-Savarin era también hasta cierto punto un excéntrico (a menudo llevaba
en los bolsillos pájaros muertos hasta que estuvieran lo suficientemente
«maduros» para ser cocinados como a él le gustaba) su reputación nunca sufrió
menosprecio a causa de sus muchas excentricidades. Ningún libro de cocina ha
superado todavía su biblia de la gastronomía, ni tan siquiera el clásico
Larousse Gastronomique de Prosper Montagné.«Dime lo que comes y te diré
quién eres» declaró una vez Brillat-Savarin.
Los tests
gastronómicos de su libro tienen fama de ser pequeñas obras maestras de la
penetración psicológica y de ser casi tan brillantes como sus discusiones soba
comida.
El libro de Brillat-Savarin
puede también considerarse como el primer libro de régimen (en él, el autor da
consejos de cómo mantenerse delgado, aunque condena duramente las mujeres
esqueléticas), además da recetas y menús para varios tipos de presupuesto; uno
de los menús más extravagantes incluye páté de foie gras de Estrasburgo.
En forma de
baluarte, codornices trufadas, lucio de río suavizado con crema de ástacos,
espárragos tempranos con una salsa especial, dos docenas de hortelanos y de
postres una gran pirámide de merengue de vainilla y rosas. Irónicamente,
Brillat-Savarin tuvo que costear de su bolsillo la impresión de su inmortal
obra La Physiologie du Goüt y más tarde cuando su hermano vendió todos
los derechos de la obra a un editor, sólo consiguió 120 dólares, aparte de que
tuvo que dar además el auténtico Stradivarius del autor.
Marc-Antoine de Caréme (1784-1833)
Marc-Antoine de
Caréme, «el rey de los cocineros y el cocinero de los reyes», como se le ha
llamado, nació en París y era según sus propias palabras, «uno de los 25
hermanos de una de las familias más pobres de Francia».
Algunos
estudiosos dicen que era descendiente directo de un famoso cocinero mayor del
papa León X; este antepasado suyo inventó, según dicen, una exquisita sopa de
Cuaresma ( raíz de lo cual el Pontífice le otorgó el nombre de Jean de Caréme
(Cuaresma), nombre que la familia adoptó desde entonces. De cualquier modo,
Caréme trabajó desde que tenía siete años como pinche de cocina.
Adolescente ya,
fue aceptado como aprendiz de jefe de cocina estudiando con maestros como Boucher,
Laguipiére, Robert, Kichaut, Bardet, Lasne, Savart, Riquert y Robillard,
hasta que finalmente creó la sutil síntesis que marcó el final de la cocina del
Viejo Régimen y el comienzo de La Grande Cuisine Franfaise, que es la
cocina francesa clásica tal como hoy la conocemos.
Las creaciones
de Caréme reflejan muy bien sus considerables habilidades artísticas, sus
pasteles a menudo se parecían más a una escultura que a un postre. Su exquisito
gusto y meticuloso criterio (ilustrados en su muchos libros), así como sus
cenas de 48 platos, hicieron a la cocina francesa la soberana en Europa.
Entre los
famosos para los que cocinó se encuentra Talleyrand, el zar Alejandro I,
el futuro rey jorge IV de Inglaterra, lord Castlereagh, el barón Rostchild (el
hombre más rico del mundo) y Louis XIII de Francia que le otorgó el honor
de llamarse «Caréme de París».
De todos modos
su lema era siempre «Un amo: Talleyrand. Una ama: Cocinar». Caréme fue
siempre fiel a su benefactor y resultado de esto es que fue el único cocinero
de la historia que además hizo de espía al transmitir al ministro francés de
asuntos exteriores información que obtenía en importantes cenas y banquetes por
toda Europa.
Caréme creía
que los amantes de la buena cocina sólo podían ser felices en Francia pero como
espía disfrazado de chef transmitió a su país información desde la corte de San
Petersburgo, los comedores del palacio del Emperador de Austria y la casa de losRothschild
entre otros muchos sitios que interesaban a Monsieur Talleyrand.
De todos modos,
los triunfos culinarios de Caréme fueron mucho más importantes que los
diplomáticos. Durante sus viajes, Caréme descubrió e introdujo en Francia
exquisiteces tales como el caviar, y el Paskha, un pastel de queso
cremoso muy típico de la cocina rusa y que los franceses adoptaron muy
rápidamente y hoy es el famoso coeur á la créme.
Cuando estuvo
en Inglaterra inventó un lujoso pastel que bautizó con el nombre de Manzana Charlotte
en honor de la princesa Charlotte de aquel país. Durante su estancia en
Rusia mientras estaba al servicio del zar Alejandro, como era incapaz de
olvidar a la princesa, inventó un pastel de jalea con crema por encima en forma
de corona y que llamó Charlotte Russe (este pastel sigue haciéndose hoy
en día en muchas pastelerías). Entre sus éxitos más memorables está la
organización de muchos banquetes pantagruélicos.
En una fiesta
militar que se celebró al aire libre en los Champs-Elysées preparó y
sirvió comida para 10.000 invitados para lo que necesitó entre otras cosas: 6
vacas, 75 terneros, 250 ovejas, 8.000 pavos, 2.000 capones, 1.000 pollos, 1.000
perdices, 500 jamones, 1.000 carpas, 1.000 lucios, 18.000 botellas de Macón y
145 barriles de vino.
Con la creación
de nuevos restaurants y hoteles, el oficio del cocinero fue demandado y muchos
llenaban los puestos requeridos. Los primeros grandes Chefs se influenciaron en
las doctrinas deAntonin Carême (1784-1833), quien fue uno de los grandes
elaboradores de técnicas y recetas francesas, logró potenciar la pastelería
gracias a sus arquitectónicas decoraciones de buffets y tortas, además era el
chef de reyes y uno de quienes idearon la “alta cocina francesa”.
Pero nunca hubo
un orden de rangos ni jerarquización al interior. Todos cocinaban bajo el
mandato de un superior, o sea hablamos de un chef y cientos de cocineros.
Además de que comúnmente las cocinas se hallaban en subterráneos invadidas por
el calor y con uniformes poco usuales.
Todo esto
cambió gracias al increíble trabajo de Auguste Escoffier (1846-1935),
formó parte de un selecto grupo de Chefs quienes querían profesionalizar la
cocina y crear normas de trabajo. Su proyecto era mejorar, ordenar y
revolucionar las reglas y técnicas puestas por Carême. Entre sus aportes
encontramos retirar las cocinas de lugares subterráneos, creación de un
uniforme de trabajo estándar, las primeras normas de higiene y manipulación de
alimentos, los primeros libros de recetas con técnicas y tantas otras
contribuciones. En el fondo gracias a él se elevo el status de los cocineros y
adquirió el respeto de ser una profesión además de disciplinar el trabajo al
interior de una cocina.
Auguste Escoffier. (1846-1935)
Se le considera el padre de la cocina moderna, sus enseñanzas se mantienenvigentes y la sola mención de su
nombre evoca las grandes cocinas
francesas.Auguste Escoffier,
oriundo de Villeneuve-Loubet, pueblo cercano a Niza en la región francesa de
Proveza, nació el 28 de octubre de 1846.
Su padre era un herrero y cultivador de tabaco, y
envió a Escoffier a Niza cuando
tenía 13 años. Allí trabajó en el restaurante de su tío, llamado Le Restaurant Français, un lugar muy
famoso y querido en aquellos días.
A pesar de ser sobrino del dueño, Escoffier no recibió trato especial y trabajó muy
duro, con disciplina y
un alto nivel de exigencia,
en todas las áreas de
una cocina.
En 1865, de 19 años, trabajó en Le Petit Moulin Rouge como Commis
Rotisseurhasta 1870, año en que Francia y Prusia van a la guerra y él es reclutado.
Se convierte en chef jefe de los
cuarteles del ejército de Rhine en Metz. Sus años en el ejército le
llevaron a entender la importancia de enlatar
y conservar alimentos.
Después trabajó en varios restaurantes hasta que en 1879 logró abrir uno
propio:L'Faisan D'Ore (El
faisán de oro). Cuatro años más tarde se desempeñó como Director de Cocina en
el Grand Hotel de Motecarlo.
Eventualmente fue contactado para abrir el
restaurant del Hotel Savoy en
Londres, junto a Cesar Ritz en
la gerencia de Hotelería. Su prestigio alcanzó
famainternacional. Algunos de
lso grandes aportes de Escoffier fueron
las consideraciones higiénicas,
el orden en la cocina,
la eficiencia, la disciplina, lapresentación de los platos y por supuesto, las recetas.
Los más conocidos de sus escritos son Le Guide culinaire (1903) y Le Livre des
menus (1912), ambos escritos en colaboración con Philéas Gilbert y Émile Fétu,
y Ma cuisine (1934). Otros
trabajos incluyen Le Riz (1927), La Morue (1929), el magazine Le
Carnet d'Epicure (1911) y Les Fleurs en cire (1910, esta era una nueva edición
de Le Traité sus l'art de travailler les fleurs en cire, 1886).
Cuando se
retiró de los fogones, en 1921, a los 75 años, había alcanzado 62 años de experiencia. Auguste Escoffier falleció en Montecarlo el
12 de febrero de 1935 a los 89 años, pocos días después de su esposa.
Hoy su casa natal es un museo de las artes culinarias, gracias a la iniciativa de
uno de sus antiguos alumnos, Joseph
Donon.
Ferran Adrià
Es el cocinero
más influyente de la historia.
La bio de
Ferran ya forma parte de la leyenda. Sin embargo, digamos que nació en
L’Hospitalet (Barcelona), en 1962. Aunque iba para Ciencias Empresariales, la
movida de Ibiza le hizo comenzar a trabajar en niveles básicos de la cocina
para ganar dinero y viajar a la isla. Tras patearse un montón de restaurantes,
se aprendió el Práctico de memoria, por lo que, vale decir, Ferran es, primero
un grandioso cocinero standard. Llega al Bulli y la química con Juli Soler es
inmediata. Pronto es el jefe de cocina. A partir de ahí comienza a viajar y a
conocer. Y volvemos a la leyenda. Poco a poco, con una creatividad
inimaginable, va diseñando su corpus gastronómico, una mezcla de sofisticación,
investigación, sensorialidad y ciencia ficción que le llevan, junto a Juli y
también su hermano Albert, a ser el más grande cocinero del planeta.
Su revolución
ha sido absolutamente radical. La gastronomía contemporánea se define antes de
él y después de él. Está considerado el mejor cocinero del mundo por diversas
publicaciones, y entre sus últimos hitos destacan ser el primer cocinero
invitado como artista a la prestigiosa Documenta de Kassel, haber sido tocado
por varios Doctorados Honoris Causa (España, Gran Bretaña), haber sido objeto
de una sinfonía musical por parte de Bruno Mantovani, el libro “Comida para
pensar; pensar sobre el comer”, dirigido por Vicent Todolí y Richard Hamilton…
En 2009 ha sido declarado, por tercera vez consecutiva, Mejor Cocinero del
Mundo por 50 Best Restaurants of the World. Y se ha asociado con la universidad
de Harvard para realizar distintos cursos e investigaciones.
El
establecimiento se sitúa en la remota Cala Montjoi, en pleno Cap de Creus, y su
decoración se mantiene igual en esencia con la de sus inicios como restaurante.
Ha anunciado,
con eco en todo el mundo, un decisivo cambio de paradigma en el proceso
creativo de El Bulli para 2014 tras un cierre total en 2012 y 2013.
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