Una sopa deliciosa

Una sopa deliciosa

miércoles, 2 de abril de 2014

Los grandes cocineros de la Historia


Desde las primeras civilizaciones y en las distintas culturas que existieron, en Sumeria, Babilonia, Egipto, Persia y Asiría, tenemos constancia de su cocina, sobre todo la de sus reyes o faraones. Hace más de 5000 años los banquetes del rey Zimri-Lin eran famosos por su abundancia y variedad, los manjares eran preparados con gran refinamiento, conocían ya muchos métodos de cocción, cocían al vapor, al horno, cocían a la brasa, hervían y hacían guisados con salsas condimentadas. La preparación de estos banquetes exigía la presencia de personal especializado, los cocineros se llamaban nuhatimmun y son los primeros datos que tenemos sobre los primeros cocineros profesionales de la historia. En Egipto existían muchos oficios relacionados con la alimentación, en los templos y palacios había personal especializado, encargados de cocer las cocas, otros de cocer los pasteles, otros para los panes y muchos cocineros, también había catadores de vinos, de cervezas y el bodeguero, todo ello era controlado por la figura de un director que vigilaba que todo funcionara a la perfección y que cerraba con llave la despensa. En la antigua Grecia el arte culinario tiene siete cocineros legendarios, ellos fueron los que enseñaron su arte a todos los demás, cada uno tenía su especialidad:
Egis, de Rodes: enseño a cocer el pescado. 
. Nereo, de Chios: inventó la sopa de congrio.
. Chariades, de Atenas: dominaba todas las técnicas culinarias
. Lampria: inventó la salsa negra hecha a base de sangre. 
. Apctonete: inventó los embutidos
. Euthyno: enseño a cocinar las lentejas
. Ariston: inventó la cocina al vapor y muchos guisados


Vatel (1622-1671)El famoso cocinero francés Vatel y su amo, el célebre príncipe de Conde, son un excelente ejemplo. Vatel es uno de los grandes cocineros de los que se tienen menos datos; ni una sola de las recetas que preparó ha pasado a la posteridad.
Algunos dicen que era suizo de nacimiento, siendo su nombre de bautismo «Fritz Karl» Watel, pero sea cual fuere lo que sí es cierto es que sirvió al príncipe de Conde, probablemente como cocinero mayor de su corte.
«Monsieur le prince» era una caballero extraordinariamente excéntrico hasta el punto en que, cuando Louis XIV aceptó una invitación suya para visitar sus propiedades en Chantilly, estuvo dispuesto a arruinarse económicamente con el único fin de impresionar al «Roí Soleil». Todo lo que al Rey Sol se le antojara en materia de vinos, mujeres y comida debía conseguirse como fuera y Louis tenía para todas estas cosas un apetito prodigioso. Vatel recibió instrucciones de no escatimar ni gastos ni esfuerzos en alimentar al glotón del Rey y en conseguirlo llegó al borde de la crisis nerviosa.
Todos los manjares disponibles fueron servidos al Rey. En el campo los refrescos se servían en lugares tapizados de junquillos. Pero, en un momento dado, Vatel, que no había dormido en doce días, no consiguió servir rustido a unas pocas mesas del séquito del Rey durante una de las suntuosas fiestas. Esto enfureció enormemente al príncipe e hizo que Vatel redoblara sus esfuerzos por complacerle aun estando al borde del colapso nervioso. Finalmente el desastre llegó cuando Vatel encargó pescado fresco para el Rey en los puestos pesqueros más cercanos.
Vatel se levantó a las cuatro de la madrugada para ir a inspeccionar la calidad del pescado que iba a ir llegando y se encontró con que solamente se habían entregado dos cestos para alimentar a todo el séquito del Rey; no había ni para empezar «¿Esto es todo lo que hay?», preguntó al pescadero; a lo que éste respondió que ya no llegaría nada más refiriéndose a que no llegaría nada más de su pueblo.
Desgraciada mente Vatel no lo entendió así. «No pudo sobrevivir a esta desgracia», le dijo a su ayudante y se retiró a su habitación, allí fijó su espada en la puerta y se lanzó sobre ella, y nunca más tuvo que soportar a su irritante amo. Irónicamente, diez cargas más de pescado llegaron de otros puertos un cuarto de hora después de la muerte de Vatel.
Aunque al día siguiente se comentó en la mesa la plena dedicación del jefe de cocina, las fiestas y banquetes continuaron como si nada hubiera ocurrido En cuanto al príncipe de Conde su extravagancia fue aumentando de año en año. Hacia el fin de su vida, anunció un día que él estaba muerto y que dado que los muertos no comen, él tampoco iba a comer.
Los médicos le engañaron explicándole que de hecho, los muertos sí comen, y desde este día hasta el de su muerte de verdad «Monsieur le Prince» no quiso comer sino era en presencia de cadáveres que los médicos le proporcionaban.

Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826)
Anthelme Brillat-Savarinn autor de estos aforismos sobre la «cuisine» y de otros muchos muy conocidos, ha sido, con toda probabilidad el más grande de los gastrónomos, excepción hecha del romano Apicius cuya verdadera identidad aún no ha sido bien establecida todavía.
Brillat-Savarin nunca pudo disfrutar en vida de una gran fama, pero disfrutó tanto de la vida que no necesitó realmente la fama.
Anfitrión bondadoso, invitado afable y compañero agudo, consideraba la buena comida y los buenos vinos una de las cosas más importantes de la vida. Una vez que alguien le preguntó qué vino prefería, si el borgoña o el clarete, respondió:«¡Ah!, Señora mía, esta es una cuestión cuya investigación me produce tanto placer que voy posponiendo de día en día el pronunciamiento de un veredicto.»
A fama le llegó con la publicación en 1825 de su libro La Physiologie du Gout (La fisiología del gusto), obra que desafía toda clasificación pero pertenece a este puñado de libros que nunca pasan de moda. Brillat-Savarin murió al año siguiente de la publicación del libro a la edad de 71 años, no sin haber dado antes al mundo la más pujante discusión que jamás se haya escrito sobre la comida y sus cintos en las personas de buen comer, obra maestra cuya realización Ir llevó treinta años.
El más grande de los «bon vivants» franceses comió como era natural en la ciudad de Belley —«Belley es su nombre y Belley es su naturaleza», escribió casi un siglo más tarde Michael Stein. Nombrado alcalde de Belley después de la Revolución Francesa, tuvo que huir a América durante el Reino del Terror.
En América vivió en Connecticut durante varios años y más tarde escribió sobre su estancia en este país algunos de sus más inspirados textos.
Gordo y gregario, el sabio de Belley permaneció soltero toda la vida, quizás porque le gustaban demasiado la comida y las mujeres para casarse y posiblemente por estar enamorado de su prima, la bella y mundana Madame Récamier.
A su regreso a Francia, se convirtió en una figura familiar en los cafés de París, acompañado de su pequeño perro siempre a su lado esperando pacientemente alguna golosina de su amo. Muchos le ridiculizaban, pero siempre estaba presente en todos los banquetes más importantes. Se explica que fue invitado del vizconde Francois Rene de Chateaubriand en aquella memorable cena en la que se inventó el suculento filete de Chateaubriand en honor del novelista.
Brillat-Savarin, que era abogado, y que escribió sobre política económica y leyes, e incluso se atrevió con algunos cuentos licenciosos, descendía de una larga dinastía de gastrónomos. Su verdadero nombre era Brillat solamente pero se añadió el guión y el Savarin porque su tía abuela, que también era persona de buen comer, le dejó toda su fortuna a condición de que añadiera su apellido al suyo.
La hermana de Brillat-Savarin, Pierrette también gustaba de la buena comida y de hecho murió en la mesa, cuando tenía casi cien años. Sus últimas palabras pueden contarse entre las más insólitas de la historia: «Y ahora, ¡que me traigan el postre!»
Aunque Brillat-Savarin era también hasta cierto punto un excéntrico (a menudo llevaba en los bolsillos pájaros muertos hasta que estuvieran lo suficientemente «maduros» para ser cocinados como a él le gustaba) su reputación nunca sufrió menosprecio a causa de sus muchas excentricidades. Ningún libro de cocina ha superado todavía su biblia de la gastronomía, ni tan siquiera el clásico Larousse Gastronomique de Prosper Montagné.«Dime lo que comes y te diré quién eres» declaró una vez Brillat-Savarin.
Los tests gastronómicos de su libro tienen fama de ser pequeñas obras maestras de la penetración psicológica y de ser casi tan brillantes como sus discusiones soba comida.
El libro de Brillat-Savarin puede también considerarse como el primer libro de régimen (en él, el autor da consejos de cómo mantenerse delgado, aunque condena duramente las mujeres esqueléticas), además da recetas y menús para varios tipos de presupuesto; uno de los menús más extravagantes incluye páté de foie gras de Estrasburgo.
En forma de baluarte, codornices trufadas, lucio de río suavizado con crema de ástacos, espárragos tempranos con una salsa especial, dos docenas de hortelanos y de postres una gran pirámide de merengue de vainilla y rosas. Irónicamente, Brillat-Savarin tuvo que costear de su bolsillo la impresión de su inmortal obra La Physiologie du Goüt y más tarde cuando su hermano vendió todos los derechos de la obra a un editor, sólo consiguió 120 dólares, aparte de que tuvo que dar además el auténtico Stradivarius del autor.


Marc-Antoine de Caréme (1784-1833)
Marc-Antoine de Caréme, «el rey de los cocineros y el cocinero de los reyes», como se le ha llamado, nació en París y era según sus propias palabras, «uno de los 25 hermanos de una de las familias más pobres de Francia».
Algunos estudiosos dicen que era descendiente directo de un famoso cocinero mayor del papa León X; este antepasado suyo inventó, según dicen, una exquisita sopa de Cuaresma ( raíz de lo cual el Pontífice le otorgó el nombre de Jean de Caréme (Cuaresma), nombre que la familia adoptó desde entonces. De cualquier modo, Caréme trabajó desde que tenía siete años como pinche de cocina.
Adolescente ya, fue aceptado como aprendiz de jefe de cocina estudiando con maestros como Boucher, Laguipiére, Robert, Kichaut, Bardet, Lasne, Savart, Riquert y Robillard, hasta que finalmente creó la sutil síntesis que marcó el final de la cocina del Viejo Régimen y el comienzo de La Grande Cuisine Franfaise, que es la cocina francesa clásica tal como hoy la conocemos.
Las creaciones de Caréme reflejan muy bien sus considerables habilidades artísticas, sus pasteles a menudo se parecían más a una escultura que a un postre. Su exquisito gusto y meticuloso criterio (ilustrados en su muchos libros), así como sus cenas de 48 platos, hicieron a la cocina francesa la soberana en Europa.
Entre los famosos para los que cocinó se encuentra Talleyrand, el zar Alejandro I, el futuro rey jorge IV de Inglaterra, lord Castlereagh, el barón Rostchild (el hombre más rico del mundo) y Louis XIII de Francia que le otorgó el  honor de llamarse «Caréme de París».
De todos modos su lema era siempre «Un amo: Talleyrand. Una ama: Cocinar». Caréme fue siempre fiel a su benefactor y resultado de esto es que fue el único cocinero de la historia que además hizo de espía al transmitir al ministro francés de asuntos exteriores información que obtenía en importantes cenas y banquetes por toda Europa.
Caréme creía que los amantes de la buena cocina sólo podían ser felices en Francia pero como espía disfrazado de chef transmitió a su país información desde la corte de San Petersburgo, los comedores del palacio del Emperador de Austria y la casa de losRothschild entre otros muchos sitios que interesaban a Monsieur Talleyrand.
De todos modos, los triunfos culinarios de Caréme fueron mucho más importantes que los diplomáticos. Durante sus viajes, Caréme descubrió e introdujo en Francia exquisiteces tales como el caviar, y el Paskha, un pastel de queso cremoso muy típico de la cocina rusa y que los franceses adoptaron muy rápidamente y hoy es el famoso coeur á la créme.
Cuando estuvo en Inglaterra inventó un lujoso pastel que bautizó con el nombre de Manzana Charlotte en honor de la princesa Charlotte de aquel país. Durante su estancia en Rusia mientras estaba al servicio del zar Alejandro, como era incapaz de olvidar a la princesa, inventó un pastel de jalea con crema por encima en forma de corona y que llamó Charlotte Russe (este pastel sigue haciéndose hoy en día en muchas pastelerías). Entre sus éxitos más memorables está la organización de muchos banquetes pantagruélicos.
En una fiesta militar que se celebró al aire libre en los Champs-Elysées preparó y sirvió comida para 10.000 invitados para lo que necesitó entre otras cosas: 6 vacas, 75 terneros, 250 ovejas, 8.000 pavos, 2.000 capones, 1.000 pollos, 1.000 perdices, 500 jamones, 1.000 carpas, 1.000 lucios, 18.000 botellas de Macón y 145 barriles de vino.

Con la creación de nuevos restaurants y hoteles, el oficio del cocinero fue demandado y muchos llenaban los puestos requeridos. Los primeros grandes Chefs se influenciaron en las doctrinas deAntonin Carême (1784-1833), quien fue uno de los grandes elaboradores de técnicas y recetas francesas, logró potenciar la pastelería gracias a sus arquitectónicas decoraciones de buffets y tortas, además era el chef de reyes y uno de quienes idearon la “alta cocina francesa”.
Pero nunca hubo un orden de rangos ni jerarquización al interior. Todos cocinaban bajo el mandato de un superior, o sea hablamos de un chef y cientos de cocineros. Además de que comúnmente las cocinas se hallaban en subterráneos invadidas por el calor y con uniformes poco usuales.
Todo esto cambió gracias al increíble trabajo de Auguste Escoffier (1846-1935), formó parte de un selecto grupo de Chefs quienes querían profesionalizar la cocina y crear normas de trabajo. Su proyecto era mejorar, ordenar y revolucionar las reglas y técnicas puestas por Carême. Entre sus aportes encontramos retirar las cocinas de lugares subterráneos, creación de un uniforme de trabajo estándar, las primeras normas de higiene y manipulación de alimentos, los primeros libros de recetas con técnicas y tantas otras contribuciones. En el fondo gracias a él se elevo el status de los cocineros y adquirió el respeto de ser una profesión además de disciplinar el trabajo al interior de una cocina.



Auguste Escoffier. (1846-1935)
Se le considera el padre de la cocina moderna, sus enseñanzas se mantienenvigentes y la sola mención de su nombre evoca las grandes cocinas francesas.Auguste Escoffier, oriundo de Villeneuve-Loubet, pueblo cercano a Niza en la región francesa de Proveza, nació el 28 de octubre de 1846.

Su padre era un herrero y cultivador de tabaco, y envió a Escoffier a Niza cuando tenía 13 años. Allí trabajó en el restaurante de su tío, llamado Le Restaurant Français, un lugar muy famoso y querido en aquellos días.

A pesar de ser sobrino del dueño, Escoffier no recibió trato especial y trabajó muy duro, con disciplina y un alto nivel de exigencia, en todas las áreas de una cocina.

En 1865, de 19 años, trabajó en Le Petit Moulin Rouge como Commis Rotisseurhasta 1870, año en que Francia y Prusia van a la guerra y él es reclutado. Se convierte en chef jefe de los cuarteles del ejército de Rhine en Metz. Sus años en el ejército le llevaron a entender la importancia de enlatar y conservar alimentos.

Después trabajó en varios restaurantes hasta que en 1879 logró abrir uno propio:L'Faisan D'Ore (El faisán de oro). Cuatro años más tarde se desempeñó como Director de Cocina en el Grand Hotel de Motecarlo. 

Eventualmente fue contactado para abrir el restaurant del Hotel Savoy en Londres, junto a Cesar Ritz en la gerencia de Hotelería. Su prestigio alcanzó famainternacional. Algunos de lso grandes aportes de Escoffier fueron las consideraciones higiénicas, el orden en la cocina, la eficiencia, la disciplina, lapresentación de los platos y por supuesto, las recetas.

Los más conocidos de sus escritos son Le Guide culinaire (1903) y Le Livre des menus (1912), ambos escritos en colaboración con Philéas Gilbert y Émile Fétu, y Ma cuisine (1934). Otros trabajos incluyen Le Riz (1927), La Morue (1929), el magazine Le Carnet d'Epicure (1911) y Les Fleurs en cire (1910, esta era una nueva edición de Le Traité sus l'art de travailler les fleurs en cire, 1886).

Cuando se retiró de los fogones, en 1921, a los 75 años, había alcanzado 62 años de experiencia. Auguste Escoffier falleció en Montecarlo el 12 de febrero de 1935 a los 89 años, pocos días después de su esposa. 

Hoy su casa natal es un museo de las artes culinarias, gracias a la iniciativa de uno de sus antiguos alumnos, Joseph Donon.




Ferran Adrià


Es el cocinero más influyente de la historia.


La bio de Ferran ya forma parte de la leyenda. Sin embargo, digamos que nació en L’Hospitalet (Barcelona), en 1962. Aunque iba para Ciencias Empresariales, la movida de Ibiza le hizo comenzar a trabajar en niveles básicos de la cocina para ganar dinero y viajar a la isla. Tras patearse un montón de restaurantes, se aprendió el Práctico de memoria, por lo que, vale decir, Ferran es, primero un grandioso cocinero standard. Llega al Bulli y la química con Juli Soler es inmediata. Pronto es el jefe de cocina. A partir de ahí comienza a viajar y a conocer. Y volvemos a la leyenda. Poco a poco, con una creatividad inimaginable, va diseñando su corpus gastronómico, una mezcla de sofisticación, investigación, sensorialidad y ciencia ficción que le llevan, junto a Juli y también su hermano Albert, a ser el más grande cocinero del planeta.


Su revolución ha sido absolutamente radical. La gastronomía contemporánea se define antes de él y después de él. Está considerado el mejor cocinero del mundo por diversas publicaciones, y entre sus últimos hitos destacan ser el primer cocinero invitado como artista a la prestigiosa Documenta de Kassel, haber sido tocado por varios Doctorados Honoris Causa (España, Gran Bretaña), haber sido objeto de una sinfonía musical por parte de Bruno Mantovani, el libro “Comida para pensar; pensar sobre el comer”, dirigido por Vicent Todolí y Richard Hamilton… En 2009 ha sido declarado, por tercera vez consecutiva, Mejor Cocinero del Mundo por 50 Best Restaurants of the World. Y se ha asociado con la universidad de Harvard para realizar distintos cursos e investigaciones.

El establecimiento se sitúa en la remota Cala Montjoi, en pleno Cap de Creus, y su decoración se mantiene igual en esencia con la de sus inicios como restaurante.


Ha anunciado, con eco en todo el mundo, un decisivo cambio de paradigma en el proceso creativo de El Bulli para 2014 tras un cierre total en 2012 y 2013.

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